sábado, 28 de abril de 2007

Grupo impar que mira La casa encendida

Y la mañana aquella
era más dulce
que una sonrisa que se ha quedado quieta para siempre;
íbamos todos juntos; ¿iríamos todos juntos?: Pilar,
María Josefa, Concha, Piedad,
acaso Lola,
Luis Felipe y nosotros.
¿Recuerdas? María Josefa era muy tristemente,
muy hondamente verdadera,
tenía la boca joven como una huella recién pisada,
tenía la pena única,
tenía la pena de esos niños que se han quedado solos en
la cocina de la casa cuando todos se van,


(...)
Concha era siempre alegre, siempre después de alegre,
y por este bautismo
era difícil contemplarla de tan clara que era;
pero más tarde, algo de su alegría
se nos quedaba como sal en los ojos
se nos quedaba dentro y desvelándonos,
porque tenía una indeleble continuidad
y cuando no soñaba al acostarse, se entristecía y enviudaba
un poquito sobre su corazón,
porque pensaba que había perdido para siempre la noche.
(...)
y Luis Felipe que ya entonces vivía
con una vida proyectada, difícil y ejemplar,
y Piedad que iba en medio del grupo y nos centraba a

todos en la muerte
y era pequeña y cereal y terminantemente rubia...

La casa encendida.

viernes, 27 de abril de 2007

con un nescafé en la mano y bamboleando sobre paraguas

los bañistas de la Normandie rodillean sobre potajes de azul

como andamos inmersos - nos dicen- en eso de la cultura visual; bueno, como en los grandes museos - nos dicen- con el título ya se dijo todo.


jueves, 26 de abril de 2007

la etología de mis manías o una justificación del óleo semántico

al signar tal como octavia, recreo a mi querida livia y al entusiasmo merendado en el pasillo. una letra que se imprimió torcida y una hipermujer desnuda y en plena bahía, o tacita de, nos iluminó el riñón y las ganas de la horizontalidad.

un prohemio bisbeado para ir acabando

¿para qué esta voz? ¿cúál es su misión? ¿qué persigue?

¿para qué esta sangre sino para arrastrar guijos

o légamo de pozo?

Dime,
canta
o estalla.

La voz cautiva (1933-1934). Emilio Prados.